
La confianza es la seguridad que logramos sobre nuestras capacidades y resultados que nos proponemos alcanzar. Se establece en nosotros a medida que constatamos nuestra aptitud en las tareas que realizamos y nuestra habilidad para mantener relaciones con los demás. Somos por tanto responsables de su desarrollo y la debemos trabajar personalmente.
Realmente empieza por nosotros, no viene de fuera, es parte de nuestro equilibrio interno que podemos generar sabiendo cómo alcanzar nuestros resultados y derivará en potenciar nuestra autoestima.
Si bien la confianza nace internamente podremos fortalecerla a partir del manejo de nuestras relaciones y lo que obtenemos de las oportunidades que de allí se derivan. De allí que se afirma que nuestras relaciones son el mejor capital.
No se podrá hablar de relaciones interpersonales si no existe la comunicación productiva que nos lleva a generar confianza. Esto nos permitirá asegurar un nivel de equilibrio en las relaciones que permitan vivir en armonía y con credibilidad.
Sinceridad. Los ejecutivos deben actuar siempre mostrando seguridad, siendo transparentes cuando deben dirigir a sus equipos y al momento de tomar decisiones estratégicas.
Competencia y capacidad. Para ser un líder confiable es fundamental ser responsable, competente en el cumplimiento de metas y actuar con decisión.
Comunicación. Es fundamental mantener informado al equipo de trabajo sobre los cambios y acontecimientos dentro de la empresa. Esta comunicación debe ser efectiva, clara y precisa, para evitar los rumores de pasillo.
Ambiente de colaboración. Si bien la confianza es un requisito clave para liderar, es algo que puede entrenarse, lo cual implica atravesar un aprendizaje complejo, tener capacidad de autocrítica, ser responsable y consecuente con las acciones y juicios que se emiten. Sin confianza no se puede llevar a cabo un buen trabajo en equipo.